En este país casi nadie se
para a pensar en el por qué hacemos las cosas. Podéis llamarlo pereza, podéis
llamarlo cobardía, podéis llamarlo imposición del sistema, llamarlo como
queráis. Parece que cuando le dais nombre a algo se llena de sentido pero os
equivocáis algo se llena de sentido cuando pensamos por nosotros mismos, cuando
tenemos ideas propias.
El gobierno os dice: “Pensad
sobre lo que queráis y todo lo que queráis, pero obedeced. Obedeced y seguid a
las masas”.
Nos hacen tener un miedo
irracional al no movernos por grupo, es fácil de conseguir. Si el 80 % cree que
estás equivocado, estás equivocado, incluso tú mismo llegas a creerlo por muy
bien fundamentadas que estén tus ideas.
Hay que romper con esa idea,
si tú crees que lo que haces es correcto y está meditado además de fundamentado
en ideas realistas, créeme estás en lo cierto.
A muchos genios que antes de
verlos triunfar los habían tomado por locos, os pongo un ejemplo:
Guglielmo Marconi, el hombre que invento la radio dijo
que había descubierto una forma de enviar mensajes a través del aire sin ayuda
de cables. Sus amigos lo metieron en un manicomio para que se “curara”.
Hoy en día las ondas de radio que descubrió Marconi
son algo muy común en el mundo actual: la radio, televisión, Tdt, etc...
El sistema no quiere que
pensemos, si pensamos somos peligrosos, descubrimos que tenemos derechos, vemos
el mundo como realmente es, pero si seguimos con ese miedo infundado de que si
no tenemos el apoyo de los demás es porque no tenemos razón todo lo que hemos
pensado no sirve para nada.
No hace mucho leí un
fragmento de un libro que me llamó bastante la atención. Hablaba sobre el poder
de los sueños y de luchar por ellos. La conclusión que saco es: Si alguien ha
podido hacerlo, ¿por qué no puedo hacerlo yo? ¿Por qué la gente normal no puede
tener aspiraciones altas? La gente que ha llegado a lo más alto empezó siendo
alguien como tú y como yo, pero la diferencia está en que ellos fueron capaces
de luchar por sus sueños sin dejarse influir por los demás. ¿Quién le iba a
decir a Neil Armstrong de joven que iba a convertirse en el primer hombre en
pisar la luna?
Aunque hay gente que cuando
lo consigue se mete en una rutina y en una monotonía sin sentido ya no piensa
en todo el esfuerzo que ha pasado antes, se convierten en otro robot más,
porque vuelven a formar parte de la masa.
El truco del éxito esta en
esto lucha: por tus sueños y aunque los consigas continua pensado por ti mismo.
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