Es
primavera. Con el fin del
invierno se abre el armario a los colores
vibrantes, los tejidos livianos y los patrones más relajados.
Camisetas, bermudas y sandalias se convierten en el uniforme más repetido
en las calles y playas pero... ojo, ¡hay cambios!
En esta temporada viajaremos a los modernos 60, época de cambios, innovación y renovación. La minifalda es el icono
de esa década. Con vestidos boho,
lazos, flecos y gasas cómodas que crean divertidos volúmenes al caminar.
En cambio hay pocas novedades en los estampados.
Las prendas se siguen llenando de flores, cuadros, rayas y pieles de
animales. Y la tendencia más clara es combinar sin orden ni
concierto para lograr que llame poderosamente la atención.
Las prendas de cuero reclaman atención y el
denim muestra su lado más suave, casi adolescente. Suben las
aplicaciones de todo tipo de materiales, los calados y troquelados, el
tejido de red y las texturas metalizadas. Reflejos de oro, plata
y cobre conviven en el armario con toda la gama que tonos que
va del rosa al rojo, los amarillos y el verde esmeralda. Se
lleva, y mucho, pero tanto como el blanco. Este color vuelve
a destacar en la paleta cromática, solo o viviendo un bello
romance con el negro. Así que coloquen
sus piezas sobre el tablero porque... ¡comienza la partida!
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